María Claudia González Lozano
Abogada Externado de Colombia
He tenido el privilegio de contar durante los últimos años con bastante tiempo para pensar en el tema del cuidado a raíz de las experiencias que he vivido intentando dar el mejor trato posible para atender y acompañar a mis seres más queridos, en sus procesos de envejecimiento y enfermedad. También en relación con el importante aspecto del autocuidado. Mi conclusión es que desde antes de nacer y a lo largo de nuestras vidas, sanos o enfermos, hasta el día que llega nuestro fin, tanto los seres humanos como la Naturaleza requerimos de cuidados.
Me gustaría iniciar mi relato con lo que significa la palabra cuidado. Cada uno tendremos, sin duda, una idea. Me gustaría partir del significado que aparece en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Lo primero que me llama la atención es que se hace referencia a que es una palabra que viene de la palabra latina que corresponde a pensamiento. (Del lat. cogitātus, pensamiento).
Cuidado según la RAE tiene varias acepciones: Solicitud y atención para hacer bien algo. 2. m. Acción de cuidar (asistir, guardar, conservar). 3. Recelo, preocupación, temor. 4. Inter. U. para amenazar o para advertir la proximidad de un peligro o la contingencia de caer en error. 5. Inter. U. con sentido ponderativo o para llamar la atención.
Y Cuidar. Del anterior coidar, y este del lat. Cogitare ´pensar 1´. 1. tr. Poner diligencia, atención y solicitud en la ejecución de algo. 2. Tr. Mantener vivo y sin daño a alguien. 3. Tr. Continuar la práctica de hábitos y costumbres. 4. Tr. Guardar con cuidado algo. 5. Tr. Preservar un alimento en un medio adecuado.
Y una de las acepciones de Pensar es tener en consideración algo o alguien al actuar.
¿Reflexionamos con alguna frecuencia sobre el significado de estas palabras?
El cuidado es una necesidad, es un valor, es una práctica, es una actitud, es una cultura, es una cuestión que atañe al individuo, a la familia, a la sociedad. Es una competencia ética que se aprende, implica dar y recibir y no actuar injustamente hacia los demás. Es un tema complejo del que se ocupan los estudios filosóficos, religiosos, sociales, educativos, científicos, económicos, políticos y jurídicos.
Es una palabra positiva, con muchos sinónimos y también con muchos antónimos. Mencionemos solo algunos de ellos: descuido, desatención, despreocupación, olvido.
Pensemos en la expresión “sin cuidado”, a la cual hace referencia la RAE como locución adverbial: Con indiferencia o sin inquietud ni preocupación alguna. ¿Qué nos evocan estos términos?
En mi opinión, el cuidado es de todo y de todos y ha de ser para todos.
Mucho se ha nombrado la palabra cuidado en estos tiempos de coronavirus. Sin embargo, estimo que se trata de un concepto que siempre ha estado presente en nuestras vidas
Seguro que hemos meditado sobre su significado y alcance. Pero ¿hemos revisado con detenimiento si actuamos de manera coherente con el contenido de estas siete letras?
¿Hemos reflexionado sobre el tono y el volumen que utilizamos al expresarnos, no solo en relación con el cuidado sino siempre?
Estimo que el cuidado es una actitud exigente en la que no tendríamos por qué hacer parcelas. Cada uno lo ve de una manera. Sin embargo, “abarca tanto… “me dijo alguien con quien conversé sobre el tema. “Es como una lección de filosofía, da opción para discutir”. ¿Cuidar solo de nuestra presentación, pero no de nuestra casa? ¿Cuidar solo de nuestro trabajo, pero no de nuestros hijos? ¿Cuidar solo de la familia que he formado, pero no de otras personas?, “¿creen que tengo obligación de hacerlo?” escuché decir a otra persona. ¿Cuidamos de nuestras ciudades, de nuestro entorno?
Amamos la naturaleza ¿la cuidamos?
La gran pregunta a formular, sin necesidad de que nadie nos obligue, es ¿estamos dispuestos a hacer un esfuerzo? ¿Estamos dispuestos a esforzarnos para hacer las cosas de la mejor manera posible? A fin de cuentas, se toma igual o mayor tiempo o se gasta igual o mayor dinero cuando no se hacen las cosas con cuidado.
El cuidado es un compromiso vital e integral, es una cultura que es preciso fomentar, que parte del respeto que nos debemos los unos a los otros y a la naturaleza. Y todo podría empezar por la manera como empleamos el lenguaje y el tono que utilizamos.
Otras formas para llegar a definir el concepto cuidado: para unas personas es solo un determinado y específico cuidado, como por ejemplo el cuidado de la salud o, como me respondió un señor, “el cuidado que hay que tener cuando se empieza a salir con alguien”. Otras optan por hacer referencia al descuido, a la desatención, al desarreglo o la despreocupación, al hecho de caer en él, ya en el lenguaje, ya en la manera de prestar un servicio o hacer algo, ya en el día a día, en nuestra manera de presentarnos ante los demás (caso en el cual una madre manifestó que le decía a su hija: “¡oiga, vaya arréglese!), en determinados momentos o circunstancias. El agobio (por falta de tiempo o por falta de recursos económicos), el estrés, el despiste (resaltando que un poco de despiste también hace falta) o la rebeldía (porque a veces somos o parecemos adolescentes y nos gusta llevar la contraria y no todo puede ser perfecto) pueden ser algunas de las causas del descuido. ¿Caemos en cuenta cuando actuamos con descuido?
No podemos esperar a que nuestras ciudades sean realmente limpias cuando haya más personal para la limpieza. ¿No sería mejor empezar por contribuir nosotros también en mantenerla limpia y no tirar al suelo la basura o recoger los excrementos de nuestros perros? ¿No es eso cuidado? Es una palabra, pero nos dice mucho de la persona, de la familia, de la sociedad de que se trata. De nuestra naturaleza. La cuenta de resultados no es la misma cuando se obra con descuido. No hay actividad humana ni relación en la que el cuidado no esté presente. ¡Tengamos cuidado!
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