En febrero de 2020 la vulnerabilidad biológica acechó al Dr Medina Malo, finalizó su ciclo vital. Un año después, es justo recordar lo que en la práctica clínica neurológica aprendimos de él y comprender que el conocimiento forjado con él es también su trascendencia.
1) La Historia Clínica Neurológica es una historia de vida. El cerebro y el sistema nervioso periférico se corresponden con la línea de tiempo desde la génesis, el desarrollo y la degeneración de células neuronales, gliales y vasculares, entre otras. Lo que somos como existencias pensantes, sensibles y móviles depende de cada momento de integración de nuestras neuronas pero también de nuestra integración con el entorno. El primer síntoma de la enfermedad hay que interpretarlo con un concepto amplio del tiempo, entender el contexto en el que se presentó y no olvidar que ha sido un momento de una vida. Si esta vida no se dimensiona se atomiza a la persona, es cosificada y codificada. Muchas respuestas están en el pasado. El cerebro de un adulto fue el cerebro de un niño, de un neonato y de un embrión. El cerebro que yo cuido hoy como joven será el cerebro que me defina en la vejez. De la historia de mis padres se hace el primer capítulo de lo que explica mis características.
2) Cada uno es un todo. Tanto somos el resultado de la expresión de genes hoy, como del afecto de nuestra madre, las horas de juego con quienes nos aman y la calidad de nuestra escuela. Así que cada persona con una enfermedad neurológica tiene un fascinante sustrato molecular neurobiológico pero por supuesto también tiene un igual de fascinante sustrato social, cultural, familiar y espiritual. No es suficiente saber de receptores de membrana neuronal también es fundamental saber si el enfermo y su familia tienen dinero para poder desayunar y pagar el bus para la próxima consulta.
3) La enfermedad no es la persona. No existen epilépticos, dementes o paralizados. Existen personas con epilepsia, personas con demencia o personas con limitaciones motoras. No es la enfermedad la que yo como médica evalúo y trato, es una persona a la que como parte de su vida se integra un problema de salud.
4) El paciente es también su familia. Conocer quiénes son el círculo de afecto o desafecto de la persona enferma explica los logros o los fracasos en el tratamiento o la evolución del paciente. Hay quienes más que un programa de neurorrehabilitación, necesitan más tiempo de su mamá, de sus hijos, un colegio incluyente, una familia que los acepte y los integre. Varios de los fracasos médicos no están en solucionar la enfermedad sino en no facilitar el tejido social entre el enfermo y su comunidad, mejorar su calidad de vida y la de su familia.
5) Fuimos niños todos. En la consulta de todo adulto o anciano es indispensable que preguntemos por su neurodesarrollo como base de un adecuado examen neurológico para dar respuesta a los interrogantes básicos: qué, cuándo, cómo, dónde, por qué. Ahora somos nosotros los niños viejos.
Para mí, como paciente, fue un médico de excenete calidad humana quien me hizo entender lo que me sucedía neurológicamente, y quien me animó a escribir unas cartillas en donde relato en forma de cuento mis problemas sensoriales, problemas que pueden tener muchos niños y adultos cuyos seres queridos quieren conocer lo que se siente tener esas sensaciones.
Muchos de nosotros aprendimos con el profe Medica, para mi fue un padre académico e indiscutiblemente un maestro