Nathalia Andrea Pardo Cardozo
Médico - Universidad Militar Nueva Granada
Neuropediatra - Universidad Nacional de Colombia
Todos los seres humanos contamos con un sistema inmunológico que nos protege frente a las infecciones por organismos tales como virus y bacterias. Sin esta herramienta biológica una simple gripa podría resultar fatal, sin embargo, a pesar de sus bondades la naturaleza no es perfecta y en ocasiones por error el sistema inmunológico en un intento por atacar a algo externo termina atacándonos a nosotros mismos. Múltiples son los órganos que pueden caer bajo este ataque incluyendo el sistema nervioso tanto central como periférico. En el caso particular del síndrome de Guillain Barré, una enfermedad poco frecuente en niños con una incidencia de 0.62 casos por 100,000 niños menores de 9 años al año, el componente atacado por error son las raíces nerviosas y los nervios periféricos; el daño puede incluir la parte más externa de los nervios, la mielina, o puede afectar su estructura interna, los axones. Esta lesión tiene como consecuencia la pérdida de fuerza: lo más frecuente es que la debilidad empiece por la parte más distal de los miembros inferiores y avanza en sentido proximal. El grado de debilidad varía de persona a persona: en algunas queda confinado a los miembros inferiores con síntomas leves o moderados con dificultades variables para caminar; mientras que en otras puede progresar hasta comprometer los músculos que nos permiten deglutir la saliva y los alimentos, o los encargados de hacer posible la respiración poniendo en riesgo la vida y por eso se requiere manejo en la unidad de cuidados intensivos. También se puede presentar disminución de la sensibilidad o muy frecuentemente en los niños hay dolor. Variables como la tensión arterial, la frecuencia cardiaca, la capacidad para orinar y defecar también deben ser monitorizadas. También se pueden afectar otros nervios dentro del cráneo incluyendo principalmente el nervio responsable de la motilidad de los músculos de la cara como el nervio facial o movimiento de los ojos, entre otros.También pueden estar presentes síntomas menos frecuentes como la ataxia sobre todo en formas de presentación no clásicas del síndrome de Guillain Barré o variantes como el síndrome de Miller Fisher. De acuerdo con la gravedad de los síntomas, que debe ser evaluada por un especialista en neurología pediátrica en una institución de salud de alta complejidad (se debe garantizar la oportuna remisión a una institución que cumpla con estas características), puede ser necesario utilizar medicamentos cuya función sea regular el sistema de defensa ayudando a que los síntomas mejoren como la inmunoglobulina; o efectuar un procedimiento en el cual se limpia la sangre de las sustancias que produce el sistema inmunológico accidentalmente y que vienen atacando a los nervios y raíces llamado plasmaféresis; además durante todo el proceso es indispensable contar con una monitorización estricta de todas las variantes vitales del paciente de acuerdo con el caso en una unidad de cuidado intermedio o intensivo; una vez garantizada la estabilidad desde el punto de vista respiratorio y cardiovascular el proceso de recuperación puede ser variable: oscila entre algunos meses hasta incluso un año o más dependiendo de qué tan lesionados estén los nervios; en este proceso es vital el manejo interdisciplinario por medicina física y rehabilitación y fisioterapia entre otros .
Para concluir, si bien resulta aterrador que uno de nuestros niños se paralice y tenga problemas tan graves como no poder respirar sin la ayuda de las máquinas a consecuencia de un síndrome de Guillain Barre la mayoría de los niños logra tener una recuperación exitosa siempre y cuando se ofrezcan de una manera oportuna las medidas de soporte farmacológico y no farmacológico necesarias.
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